sábado, 8 de enero de 2011

Hablando con voz propia


Estimados colegas:

En las últimas semanas venimos participando de uno de los procesos más difíciles en la historia de nuestra universidad, dentro de los muchos momentos azarosos que ha tenido. Se trata del copamiento de nuestra universidad por una organización que ha pervertido sus funciones y estructura, que en su afán utilitario viene arrastrando el peso de sus propios actos, tratando de dejar la posta a "nuevas" autoridades de su entorno con el fin de eludir sus responsabilidades en una posterior evaluación de auditoría. Las motivaciones para quedarse, aunque sea contraviniendo su origen democrático o contra todo orden democrático, no podrían ser más utilitarias, y lo hacen tratando de manipular al susto a quienes pueden generar opinión en las facultades. Frente a ellos, quienes queremos una Universidad Nacional que eduque a la Nación y forme las capacidades constructivas para continuar desarrollando a nuestro país tenemos sólo un camino: Ratificar nuestra convicción a favor de la Democracia Representativa, sustentada en el ejercicio de la democracia interna participativa.
Sin embargo, hay que notar que la democracia participativa implica tomar posición: en nuestra cátedra, hablando con nuestros estudiantes sobre el ejercicio de la democracia y sus dificultades; tomar posición individual frente a aquellos colegas que se escudan en el "grupo" al que pertenecen, y fundamentar con ellos, lo esencialmente libertario que resulta hablar con voz propia; tomar posición frente a las legítimas aspiraciones de los candidatos y sus promesas, y fundamentar la necesidad de revisar sus antecedentes para ejercer, con legitimidad, el poder en las Facultades; tomar posición en las asambleas de docentes, ejerciendo el derecho legítimo de respaldar o rechazar iniciativas propias o ajenas ; tomar y defender una posición implica valor para expresar el libre pensamiento.
Aunque el ofrecimiento de "orden y gestión" de la comisión interventora parece coincidir con la aspiración de muchos colegas, en el sentido de convocar nuevamente a un proceso de estabilidad administrativa y académica, tampoco debemos desconocer su calidad invasiva, al ver que asumen todas las funciones de Asamblea, Consejo y autoridades rectorales y vice rectorales. ¿Qué clase de orden y gestión harán estos interventores en los siguientes meses, en que resulta necesario culminar las actividades académicas y los procesos de gestión administrativa, y empezar un proceso interno para ejercer nuestra capacidad democrática de participación y representación?
Alguien dirá que mis argumentos son contradictorios, y yo diría que "parecen" confusos. Lo que realmente ocurre, es que hemos caído en una trampa, paradojal, como si no encontráramos salida a este problema. En realidad, "parece" que no hubiera salida entre un grupo que se ha apoderado de la universidad y tiene a la Ley universitaria de su parte, y otro que quiere la intervención externa para que imponga el orden que bien conocen y han ejercido en procesos anteriores, no me parece casualidad que se hayan elegido a los nuevos encargados.
Frente a la paradoja, se nos ha planteado la pregunta "¿Qué sienten?". Pero nadie responde porque en realidad, hablar de lo que se siente, no resulta muy cómodo, si esas expresiones no van acompañadas, públicamente, con lo que uno realmente piensa.
Frente a la paradoja, también se ha planteado algunas alternativas, que permitirían salvar la poca dignidad que aún nos queda, hablando institucionalmente. La mejor, es la propuesta de Edilberto: que todos los docentes que ocupan cargos en la facultad, tengan el valor de hablar con sus actos, y poner sus cargos a disposición. Ya veríamos el dilema de quienes tienen que decidir, o de quienes dicen que deben decidir las cosas. Ya veríamos nuestro propio dilema para encarar las cosas. Ya veríamos una vez más, los dilemas de aquellos que han cultivado este orden de cosas, y hoy cosechan sus frutos, en solitario.
Que ¿vendrán los interventores con más facilidad a "poner orden y gestión"? Que, entre otras cosas, los interventores también tendrían que ratificar o proponer nuevos jefes de oficinas? Que, de todos modos vamos a ser intervenidos y se nombrará quizás a los mismos jefes de oficinas?
Es probable. Pero, en ese contexto, también es probable que, habiendo intervención, podamos conservar el respeto profesional entre colegas.
¿Que, en el peor de los casos, cerrarían la facultad y la universidad, y no pasaría nada, hasta la vuelta a actividades en enero o febrero? Es probable, pero en ese contexto, también podríamos conservar el respeto profesional y la dignidad administrativa, en vez de este remedo de "gestión", que no hace sino seguir el coro de quien abusa de la oportunidad, contando con la reprensión moral del resto.
También podemos intentar otras acciones más democráticas, terminando el año académico: hablar con voz propia, hablar con voz propia, hablar con voz propia.
A propósito del currículo propuesto por Edilberto, que ha tenido muchos comentarios en estas ultimas semanas, me piden que me pronuncie.
Lo que tengo que decir es que Edilberto, en su discurso, no hace sino confrontar, ante todos, la triste realidad de quienes ostentan el oportunismo de los cargos: están desconectados de la realidad (de aquella realidad que ofrece trabajo digno a quien pueda merecerlo); tienen la mejor nota en los cursos 1, 2 y 3 de sumisión (porque no tienen voz propia, y parece que nunca más la tendrán, a partir de ahora); viven en la utopía de que "permanecer y durar las 8 horas diarias" es trabajo digno; se vienen reduciendo de tamaño "axiológico" cada día que pasa, en la anomia de sus cómodos cargos; y la vida real los graduará como los verdaderos investigadores de sus conciencias, un día antes de que se venza el tiempo de sus emplazamientos. También tengo que decir, que el resto de docentes, está viviendo la vida que merecen por sus esfuerzos y sus desvelos.
Por estas últimas personas me pronuncio. Porque merecen trabajar tranquilos y merecen saber que aún hay esperanzas. No es incompatible ni ilegal trabajar y enseñar. Porque en realidad, la gran mayoría de docentes quiere un buen ambiente de trabajo y autoridades legítimas para respetar.
Veamos qué es lo que proponen los interventores de la Asamblea de Rectores en estas semanas. Después de todo, las paradojas se desinflan con la acción o reacción de cualquier lado.
Al iniciarse esta nueva década, y este nuevo año, tomo el reto de continuar hablando con voz propia e invito a todas y todos los docentes que quieran seguirme en este empeño.
saludos cordiales a todas y todos,
Cecilia